Historia de México

lunes, 30 de julio de 2012

Liberales y conservadores


Liberales y conservadores en México:
diferencias y similitudes.

JOSEFINA ZORAIDA VÁZQUEZ
El Colegio de México

Es difícil definir tanto liberalismo como conservadurismo6 por las diversas formas que tomaron;7 aquí lo acotaremos como empeño por transformar la sociedad, afirmar las libertades individuales oponiéndose a los privilegios, secularizar la sociedad y limitar el poder del gobierno mediante la representación política y el constitucionalismo. Estos principios, que empezaron a consolidarse en el siglo XVII con la revolución inglesa, se habrían de imponer a lo largo de los siglos XVIII y XIX, terminando por sustituir a la sociedad orgánica formada por corporaciones, por otra constituida por individuos, y a un Estado que intervenía en todas las actividades humanas y "cuyo principio era el orden", por otro "cuyo principio es la libertad y cuya norma el laissez fi7ire, y de un gobierno y un derecho cuyas bases eran el privilegio y el particularismo, a un gobierno y un derecho cuyas bases son la igualdad y la generalidad".8 La ilustración dieciochesca, con su convicción de que las fuerzas de la historia conducían al progreso, convirtió en modelo al sistema inglés y llevaba implícito el liberalismo. Las revoluciones norteamericana y francesa consolidaron y difundieron la soberanía popular, los derechos del hombre, la igualdad ante la ley, la tolerancia religiosa, la división del gobierno en tres poderes y los derechos políticos. La norteamericana, gracias a que su burguesía había gozado de representación local, no presentó el radicalismo que caracterizó a la francesa, cuyos excesos generarían reacciones y reflexiones sobre las limitaciones del racionalismo y el poder de las fuerzas históricas. La aplicación de los nuevos principios daría lugar a una gran variedad de posiciones, incluyendo la que se ha calificado de conservadora, definida con referencia al radicalismo ilustrado y su inmanentismo y visión de la historia humana como proceso abierto y ascendente, capaz de conquistar el progreso. Edmund Burke ha sido considerado el gran inspirador del conservadurismo, aunque Hale nos recuerda que en realidad también es el doctrinario del liberalismo inglés,9 que acepta la secularización de la vida, pero defiende la tradición y sus "libertades históricas" y está comprometido con un sistema de valores trascendentes. Burke influyó en liberales que, como Benjamín Constant, criticaron el radicalismo de la Revolución Francesa.

La intervención napoleónica en la península proporcionó la coyuntura propicia para el quiebre del Imperio español. La crisis no sólo afectó a la propia metrópoli, sino también a los reinos de ultramar, con características semejantes. Las tendencias políticas mexicanas del siglo XIX tuvieron, por supuesto, una amplia gama de matices, lo que dificulta su clasificación. El conservadurismo mexicano a menudo se caracteriza en forma simplista, como defensa de la tradición hispánica y, por tanto, centralista, corporativo, clerical, militarista y monárquico frente a un liberalismo también monolítico, al que sólo se le reconoce la división en radicales y moderados. Esta visión pasa por alto que todas las tendencias se nutrieron en las mismas fuentes, por lo que los "partidos" coincidieron en muchas temáticas, tal y como lo hizo notar Hale.
10 El liberalismo mexicano se ha tipificado en diversas formas. Para Jesús Reyes Heroles hay un liberalismo económico-social y otro político-jurídico. En el primero engloba los temas fundamentales de la propiedad y del librecambio y la protección, y en el segundo, las libertades, la vinculación del liberalismo con la democracia, la secularización de la sociedad y la identidad liberalismo-federalismo.11

domingo, 29 de julio de 2012

ENTRE EL INDIO MUERTO Y EL INDIO VIVO

SEMANAL-LA JORNADA. DOMINGO 29 JULIO 2012
Entre el indio muerto y el indio vivo

Ana Paula Pintado



La gran utopía de la conquista de México consistía en crear una nación fuerte, vigorosa y homogénea; cultural y racialmente. El indio era la pieza que debía de encajar en esta gran utopía. A través del trabajo misional, primero el bautismo y luego la doctrina, se buscaba recuperar su “naturaleza humana” y “reorientar su destino”.

Paradójicamente, al mismo tiempo que se rechazaba al indio vivo, los criollos acogieron los símbolos prehispánicos para usarlos como emblema de una nación en construcción; una nación que ya buscaba su independencia frente a la Corona Española. Tal es el caso del arco triunfal que en 1680 Sigüenza y Góngora, por encargo del cabildo de la capital, ejecutó. El objetivo era mostrar el poder del virreinato y para ello se plasmaron, además de otras imágenes, dos tlatoanis mexicas. Pero eso nada tenía que ver con la realidad que se estaba viviendo en esos momentos con los indígenas, pues ni su poder ni su idiosincrasia eran respetados. Era sólo una estrategia política. Como fray Servando Teresa de Mier, que durante los festejos del 12 de diciembre de 1794 declaró que los mexicas ya eran cristianos antes de que llegaran los españoles. Intentaba mostrar a la Corona Española que no eran esos “salvajes” con creencias extrañas. Este es el momento donde comienza no sólo la muerte del indio vivo, sino también la ruptura entre su imagen y su significado y, más allá de esto, entre nosotros mismos.

La estrategia colonialista tocó varios puntos, pues no sólo se debía convencer a los españoles de la “verdadera identidad del indio”, sino había que transformar el pensamiento indígena. Al descubrir que la debilidad de los aztecas era el temor al fin del mundo, los españoles transformaron el significado de los dioses prehispánicos, temidos y venerados, en dioses que buscaban la paz, mandando un mensaje opuesto al del fin del mundo. El ejemplo más conocido es el de la Virgen de Guadalupe. Sabemos que el lugar donde se le aparece a Juan Diego era el sitio sagrado de Tonantzin, Cihualcóatl o Coatlicue, la mujer culebra. Según el mito prehispánico, Tonantzin fue la primera mujer en dar a luz, era la protectora de los partos y de las mujeres muertas al parir. Era venerada y a la vez temida (como muchas deidades prehispánicas o contemporáneas), pero cuando aparece la Virgen de Guadalupe, la Tonantzin ya no es la mujer culebra, pues ahora su misión era mantener la paz entre los españoles y los indígenas y crear una nueva identidad, la del mexicano.

La Virgen de Guadalupe representa la contrariedad del mexicano que rechaza al indígena vivo y acepta al indígena muerto con su verdadero pensamiento. Es el parteaguas entre un pasado doloroso y un presente que busca fortaleza a través de la nueva raza, pero encubre al indígena actual. Tal y como los trabajos de Octavio Paz y Luis Villoro habían desarrollado, cada uno con sus propias perspectivas.

Desde entonces, a ese indio, al indio vivo, al que aún acogía el verdadero significado de sus símbolos, al que aún cree que la Virgen de Guadalupe es la serpiente (como es el caso de los tarahumaras de las barrancas de Chihuahua, entre otros pueblos indígenas), se le encierra bajo llave. Muchos de ellos han sido expulsados de sus tierras originales o se han marginado a sí mismos, viven alejados en las sierras, las selvas o los desiertos, sobre todo los que viven en la región norte y occidente del país. Muchos de ellos lo hicieron como estrategia de sobrevivencia, como los tarahumaras, los tepehuanos del norte, los coras, los seris, los mayos, los yaquis, los pimas y los guarijó, entre otros. Después de muchas guerras, optaron por la resistencia pasiva y se alejaron a las partes abruptas de la sierra (salvo los mayos y los yaquis) para no perder su sentido más profundo de la existencia, su pensamiento.

Mientras tanto, el indio muerto, el tótem resinificado, es trascendental para implantar la originalidad y grandeza de México. Ese tótem, es decir, el águila devorando una serpiente, las esculturas de guerreros aztecas con cuerpos de romanos o nuestro bellísimo Museo de Antropología, cuya parte contemporánea (las salas de etnografía) no se equipara a la grandeza y esplendor de la parte prehispánica.

Asimismo, siguiendo la tradición de lo muerto, al indígena vivo lo preferimos manifestado en el objeto o lejos de nosotros. Por ejemplo, si vamos de turistas a la ciudad de Chihuahua, pasamos de largo por donde están las tarahumaras pidiendo limosna y preferimos entrar a una boutique de artesanías a comprar un muñequito tarahumara y poco importa quién la hizo. Posiblemente fue la señora que no quisimos mirar.

Esa imagen nos perturba, pues nosotros, los que no somos indígenas, buscamos la esperanza, la reconciliación con nosotros mismos, el futuro prometedor. El indio vivo no nos lo resuelve, porque desconocemos su sabiduría, su profundo pensamiento y sólo vemos lo que nuestros ojos alcanzan a mirar.

Y es que así hemos sido educados, así ha sido nuestra política nacional, así se refleja en nuestros libros de texto. A partir del virreinato, poco a poco el indio ha ido insertándose en la imagen de distintos procesos políticos, pero en pocas ocasiones es presentado de manera completa, con su verdadero significado. Son importantes y valiosos nuestros emblemas nacionales (del pasado y del presente) siempre y cuando mostremos también su verdadero significado, su sabiduría, su grandeza de pensamiento, su complejidad y su diversidad. Quizá, al aprender de ellos, podremos reconciliarnos con nosotros mismos.


viernes, 27 de julio de 2012

Participación ciudadana y Cuidado del Medio Ambiente



Un ejemplo de lo que ocurre con nuestro medio ambiente es el siguiente:
Varias especies de animales, entre ellas los gorilas de Ruanda y los tigres de Bangladesh, podrían estar en peligro de extinción si no se aborda el impacto del cambio climático y del clima extremo en sus hábitats, según un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU), difundido el domingo 5 de diciembre del 2011.
Emitido durante las conversaciones sobre el clima en Durban, el texto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) muestra cómo el aumento de las temperaturas, del nivel del mar y un uso excesivo de la tierra han dañado los hábitats de ciertas especies, especialmente en África”

Otra nota del  EL MUNDO. COM     SÁBADO 14 DE AGOSTO 2010. Dice Inundaciones, incendios, hielo que se derrite, calores sofocantes. Desde el smog de Moscú hasta Pakistán -tapada de agua- y el Ártico, el hemisferio norte parece están derritiéndose y los científicos dicen que esto es una confirmación de que el mentado cambio climático ya empezó.
Cataclismos de julio y agosto relacionados con el clima encajan dentro de las tendencias pronosticadas por los científicos, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, aunque los mismos expertos se abstienen de vincular episodios individuales con el calentamiento global.

 Estos dos ejemplos nos muestran la situación grave de nuestro Planeta.

Relación entre educación y democracia


Cuando hablamos de una educación  democrática  se refiere  a que todos tenemos   derecho a recibir una educación en principios ciudadanos  en el sentido de que la  Educación democrática  debe ayudar a analizar críticamente la realidad cotidiana y las normas morales vigentes, de modo que ayude a formar ideas más justas y adecuadas de convivencia, respeto y solidaridad. Con la educación se debe fomentar el diálogo respetuoso y tolerante, a fomentar la idea de una equidad de género y de la misma forma a respetar a la naturaleza y los seres vivos que son cohabitantes de la misma casa donde vivimos todos. Es importante seguir fomentando el cuidado del agua por la situación de agotamiento que se observa en este vital recurso. Nuestra sociedad actual y nuestro Planeta viven una crisis tal que pondrá en riesgo la vida pacífica y armónica y de los recursos que nos permiten vivir, por tanto cada uno de nosotros tenemos que poner nuestro granito de arena para contribuir a mejorar. 

domingo, 22 de julio de 2012

LA JORNADA. 22 de Julio de 2012

■ La mayor “privación” en México es su derecho a la información, detectan Cepal y Unicef

“Extremadamente altos”, rezagos en niños y adolescentes indígenas


■ En cuanto a la vivienda digna y segura, 88.7 por ciento de ese grupo en el país carece de ésta

■ No tienen acceso a la educación 22.8% de los menores, 4 puntos arriba del promedio regional


SUSANA GONZÁLEZ G.

Niños y adolescentes indígenas en México presentan rezagos mayores, que llegan a ser “severos” o “extremadamente altos”, ante los de sus similares de otros países de América Latina en el acceso a una vivienda digna, agua potable, educación e información.

Así lo revela un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sobre la pobreza en los pueblos indígenas y afrodescendientes en la región latinoamericana.

México concentra el mayor porcentaje de población infantil indígena entre 17 naciones analizadas con 2 millones 733 mil menores que representan 21.3 por ciento del total regional, calculado en 12 millones 814 mil infantes de 700 etnias diferentes.

Así que, uno de cada cinco niños indígenas en América Latina es mexicano, según el estudio, aunque nada dice sobre los menores afrodescendientes en el país. Después de México, Perú es la segunda nación con más población infantil indígena en la región al concentrar 20.2 por ciento del total, le sigue Guatemala con 19 por ciento y Bolivia con 17.4 por ciento.
Predominan en zonas rurales
El documento puntualiza que en las comunidades indígenas hay más niños que adultos y en México representan 45 por ciento, por encima del promedio regional y también de la composición general de la población donde sólo 37 por ciento son menores de 18 años. Además 68.6 por ciento de los infantes indígenas de México viven en zonas rurales, cuando el promedio regional es de 61 por ciento.

La mayor “privación” que detectan Cepal y Unicef entre los niños indígenas es en su derecho a la información, definida como “la libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, de forma impresa o artística, o por cualquier otro método”. Su cumplimiento debe incluir el acceso al equipamiento necesario como teléfonos, computadoras o televisores y se considera “condición necesaria para que los pueblos indígenas y afrodescendientes puedan ejercer todos sus derechos humanos”.

En México, la privación en información entre los menores indígenas es de 95.4 por ciento –desglosada en 28 por ciento como “privación severa” y 67.4 por ciento “privación moderada”–, pero que sube hasta 98 por ciento entre quienes viven en zonas rurales.

Con tales cifras, México se ubica en los tres países más rezagados en la materia, sólo superado por Panamá y Honduras. Rebasa con mucho el promedio regional de 87.8 por ciento, el del resto de la población en México que se ubica en 58.8 por ciento e incluso el de otros dos países con fuerte presencia indígena, como Perú y Bolivia, cuyos porcentajes de privación son de 86.6 y 90.8 por ciento.

En cuanto al acceso a una vivienda digna y segura en materia jurídica, con disponibilidad de servicios y asequible, 88.7 de los niños indígenas mexicanos padecen privaciones al respecto (52 por ciento privación severa y 36.7 por ciento privación moderada). Contraste con el 59.6 por ciento del resto de la población del país y nuevamente se coloca arriba tanto del promedio regional de 84.2 por ciento, como de Bolivia y Perú.

Sobre la educación, los organismos indican que pese al impulso que América Latina ha dado a la cobertura en educación básica persisten diferencias étnicas y más de medio millón de menores indígenas, equivalente a 6.3 por ciento de los niños y adolescentes en edad escolar, no han accedido nunca a la educación formal o la han abandonado sin aprobar ningún año de estudio.

La privación en educación afecta a 22.8 por ciento de los niños indígenas en México (llega a 25 por ciento en el caso de las niñas indígenas), cuatro puntos arriba del promedio regional y seis del que afecta al total de la población infantil del país. En Bolivia sólo es 12.3 por ciento, en Perú 10 por ciento y en el extremo de la lista se ubica Chile, donde sólo es 0.7 por ciento.

Otro factor que analiza Cepal y Unicef es el derecho al agua potable: 67.5 por ciento de los niños indígenas de México están privados de éste, frente al promedio regional de 62.6 por ciento y de 36.5 por ciento de los niños no indígenas en el país, similar al porcentaje de niños indígenas de Guatemala.

miércoles, 18 de julio de 2012

LA JORNADA. 18 de Julio de 2012

Alejandro Nadal

Su apellido es ‘Crisis’

¿Cuándo fue la última vez que una economía capitalista se mantuvo en expansión y en armonía social? Parece que hay que hacer un buen ejercicio de memoria porque no es fácil recordar semejante episodio de placidez. Y sin embargo, en el imaginario social perdura la creencia de que en una época perdida que habría que recuperar, el capitalismo pudo hacer entrega de buenos resultados. Quizás el anhelo profundo del ser humano es ese mundo de paz, bienestar y justicia. Pero esa aspiración no significa que ese mundo anhelado sea posible bajo la feroz regla del capital.

La historia del capitalismo revela un proceso de continua expansión y eso ha sido interpretado como señal de éxito. En esa misma historia hay una nutrida sucesión de episodios de contracción y descalabro. Es como si la crisis incesante fuera el estado natural del capitalismo.

La lista de crisis y dislocaciones traumáticas en la marcha del capitalismo es densa. En ella se entrelazan la especulación financiera, la caída en la demanda agregada provocada por recortes salariales, el exceso de capacidad instalada y, por supuesto, las expectativas optimistas de los inversionistas que fueron una y otra vez desmentidas por el mercado. En varios momentos los límites a la acumulación de capital condujeron a confrontaciones inter-imperialistas y a políticas de colonización que buscaban superar esas limitaciones. En todos estos casos la secuela de desempleo y empobrecimiento, destrucción y guerras dejó cicatrices sombrías.

El mítico periodo glorioso del capital es algo endeble. Hagamos abstracción de las crisis de siglos anteriores, como la de la South Sea Company inglesa (1720) o las del siglo XIX: la depresión post-napoleónica, la crisis de 1837 en Estados Unidos, la de 1847, las de 1857 y 1873-96 (llamada la ‘Larga Depresión’). Pasemos al siglo XX.

En 1907 explota una feroz crisis en Nueva York que amenaza todo el sistema bancario y desemboca en la creación de la Reserva Federal. En 1920-21 se presenta una crisis deflacionaria que precedió a la Gran Depresión. Ésta dejó una huella profunda en la historia económica y política de la primera mitad del siglo.

Después de la Segunda Guerra viene la llamada “época dorada” de expansión capitalista. Esa fase (1947-1970) estuvo sostenida por circunstancias excepcionales e insostenibles: la demanda de la reconstrucción post bellum y del consumo postergado desde la crisis de 1929. La era dorada duró poco: a fines de los sesenta comienza el agotamiento de oportunidades rentables para la inversión. En 1973 concluye el crecimiento de los salarios y arranca la crisis de estancamiento con inflación, misma que desemboca en el alza brutal de las tasas de interés y desencadena la crisis de los años 80 a escala mundial. En América Latina nos acostumbramos a decir “la década perdida” de los 80. Olvidamos que en los países centrales la crisis se había gestado precisamente en la “era dorada”. La crisis de los 80 le pega a todo el mundo.

A finales de los 70 estalla la crisis de las cajas de ahorro y crédito en Estados Unidos. El costo fue enorme y los efectos se prolongaron a lo largo de 10 años hasta que en 1987 sobrevino el Lunes Negro. Durante los años 90 la economía estadunidense experimenta un episodio de bonanza artificial y hasta las finanzas públicas alcanzan a tener un superávit. Mientras en Estados Unidos se está gestando la burbuja de las empresas de ‘alta tecnología’, en el resto del mundo se presenta una nutrida serie de crisis: México, Tailandia y el sudeste asiático, Rusia, Turquía, Brasil. Para cuando los atentados del 9-11 la recesión ya tenía dos años de golpear en Estados Unidos.

No hay pausa para respirar. El capitalismo vive a través de mutaciones patógenas continuas. Es como si se tratara de un enfermo que en momentos de aparente buena salud estuviera preparando los momentos de graves convulsiones.

No hay que caer en una visión reduccionista. No todas las crisis son iguales, ni tuvieron las mismas causas. El desarrollo del capitalismo es un proceso contradictorio y por ello ha tenido fases de relativa prosperidad. Precisamente en esas etapas de estabilidad se gestan las mutaciones que conducen a más crisis.

El análisis de corte marxista ofrece las perspectivas más ricas para el análisis teórico de la crisis como esencia del capital. Pero hasta en una disposición reformista, à la Keynes, es fácil observar que la crisis es el apellido del capitalismo: no existe un mecanismo de ajuste que permita solucionar el problema de la inestabilidad de las funciones de inversión y de preferencia de liquidez en una economía monetaria de tal manera que se alcance una situación de pleno empleo. El punto es este: no es que no funcione el mecanismo, sino que no existe.

Definitivamente, la visión ingenua sobre el capitalismo debe ir a reposar en el museo de los mitos curiosos. Se desprende una importante tarea política e histórica para la izquierda, la única fuerza capaz de cuestionar las bases del capitalismo.