Historia de México

miércoles, 24 de agosto de 2016

El Imperialismo: Lenin

La visión clásica del imperialismo, según el marxismo y su representante del siglo XX: Vladimir Ilich Lenin.
La concepción de los marxistas de principios de siglo XX sobre el imperialismo gira en torno a algunas pocas ideas claves, y vinculadas. En primer lugar se identifica el imperialismo con una nueva etapa del capitalismo que habría surgido con la irrupción del monopolio, hacia fines del siglo XIX. Lenin plantea explícitamente que la principal característica del imperialismo es el monopolio, que consiste en “la dominación de las asociaciones monopolistas de grandes patronos” (Lenin, 1973, p. 451). Considera que el capitalismo monopolista ha reemplazado al capitalismo de la libre competencia. La competencia se ha transformado en monopolio, que es la base de la vida económica. Esto implica que prevalece la violencia en la manipulación de precios; la ley mercantil pierde relevancia, y las ganancias son más el producto de “maquinaciones financieras y estafas”, y del robo, que de la ley económica.
En segundo término la visión clásica del imperialismo sostiene que la monopolización opera en el plano nacional. Bujarin, en particular, destaca la “tendencia a la nacionalización de los intereses capitalistas (1971, p. 80) y “la cartelización nacional de la industria” (ibid., p. 80) en asociación con los Estados nacionales. La competencia se desplaza del mercado interno al mercado mundial, y se desarrolla a través de conflictos armados entre las potencias.
En tercer lugar prevalece la idea de que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas. Por un lado porque la eliminación de la competencia hace desaparecer el impulso al cambio tecnológico por parte del capital. Por otra parte porque se piensa que el capitalismo llegó a un estadio en que la sobreproducción es estructural, debido a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas, y no tienen poder de consumo. Es la visión subconsumista de Hobson, aceptada por Lenin y otros marxistas de la época. De manera que los países adelantados ofrecen cada vez menos oportunidades de inversión. De ahí las repetidas referencias de Lenin a la “putrefacción” y “descomposición” del sistema capitalista. La tendencia al estancamiento en el centro explica a su vez la exportación de capitales hacia la periferia, que pasa a ser un fenómeno característico de la época. Las inversiones irán desde los países adelantados hacia las colonias y zonas de influencia; no se contempla que las inversiones entre países adelantados sean importantes, dada la falta de oportunidades rentables.
En cuarto lugar se sostiene que el desarrollo del capitalismo ha llevado a la fusión del capital bancario con el capital industrial, y al dominio del primero sobre el segundo. Se trata del capital financiero. El capital financiero es parasitario; el parasitismo del capital financiero es otro factor que explica el estancamiento del capitalismo maduro.
En quinto lugar, se piensa que frente al estancamiento la respuesta de los capitalismos adelantados es la conquista de la periferia y la empresa colonial. Ésta garantiza mercados, territorios para la exportación de capitales y fuentes de aprovisionamiento. El impulso al colonialismo es inevitable y creciente, los grandes países industriales explotan a las regiones atrasadas. Se prevé que la entrada del capital extranjero en la periferia desarrollará el capitalismo, pero al mismo tiempo los países dominados estarán sometidos al saqueo, el pillaje y la devastación.
Por último, se plantea que las guerras entre las potencias son inherentes al capitalismo monopolista. El razonamiento que lleva a esta afirmación es que el mundo ya está repartido entre las potencias y sus monopolios. A su vez, los Estados se identifican con sus monopolios, y la empresa colonial es decisiva para la supervivencia del capitalismo en el centro. Por lo tanto, los países desarrollados que tengan menos posesiones coloniales (o con menos riquezas) estarán obligados a luchar por nuevos repartos del mundo. Así las guerras ínter-imperialistas son inevitables, y características de la nueva era del capitalismo.
En conclusión, el marxismo de principios de siglo XX –por lo menos el que estuvo bajo influencia de Lenin– pensó que el sistema capitalista había entrado en una nueva era en la que habría una combinación de guerras: guerras mundiales entre las potencias; guerras de los pueblos oprimidos contra el imperialismo y por su liberación nacional; y guerras civiles de los trabajadores contra el capital en los países industriales avanzados. Era la época de “la agonía del capitalismo”. Obsérvese que en esta visión el espacio económico mundial se construye desde la competencia de los Estados-nación, unidos a los monopolios nacionales. Ese espacio se articula a partir del dominio político y militar de los países adelantados sobre los atra­sados (colonias, semicolonias y zonas de influencia).



martes, 2 de agosto de 2016

JUICIO CRÍTICO A LA REFORMA EDUCATIVA

LA JORNADA. 2 de Agosto de 2016

Manuel Pérez Rocha

Pedagogía sin pedagogos


Después de tres años de intentar imponer una “reforma educativa” –con el apoyo de miles de policías y generando un conflicto social que ha cobrado vidas invaluables–, Peña, Nuño y compañía presentan ahora una “reforma pedagógica”. Absurdo tras absurdo, el siguiente paso de esta “reforma pedagógica” se encomendó al Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), un think-tank en el que predominan economistas tecnócratas neoliberales, sin trabajo ni experiencia alguna en pedagogía. En la misma rimbombante ceremonia de presentación del “nuevo modelo”, el director de este centro exhibió su ajenidad con el tema educativo al declarar: “La reforma educativa es la gran apuesta por el futuro del país. De lograr sus objetivos permitirá un crecimiento sustentable, una mejor calidad de vida y combatir de fondo los grandes males nacionales: la inequidad, la impunidad y la ignorancia” ¡Wow! ¡Órale!
Sin duda, estos señores no han leído la advertencia de Justo Sierra, entre muchas otras, acerca de las exageraciones respecto del poder de la educación: “No creemos que se trata de una panacea ni social ni moral”, advirtió hace más de un siglo y explicó, con razón, que para que la escuela contribuya a resolver los problemas sociales, es indispensable “la acción coincidente de las condiciones del trabajo nacional. Consideramos, pues –explicó–, a la instrucción como un factor de mejoramiento, no de perfección, no de transformación absoluta; debe, por tanto, estar condicionado por otros factores que con ella concurran a formar no un pueblo feliz –esta es una lastimosa utopía–, sino mejor armado para la lucha por la vida, y dichoso o desventurado, con plena conciencia de su estado social que es lo que para nosotros quiere decir un pueblo libre”.
Justo Sierra expresa las críticas que en esos años empezaron a hacerse al “educacionismo” que había infectado a no pocos liberales. El educacionismo es, en certera definición del maestro Fernando Carmona, esa idea de que la educación (escolar) es la panacea, que primero debe educarse al “pueblo ignorante” y todo lo demás se dará por añadidura. Las funciones político-ideológicas de este imaginario han sido develadas desde entonces. Se trata, entre otras cosas, de ahuyentar cualquier intento de someter a análisis y crítica la verdadera causa de las situaciones sociales y económicas indeseables: un sistema de explotación y dominación injusto e inhumano. Hoy todos los días, Nuño, Peña y compañía machacan su propaganda: la “reforma educativa” es la salvación de la patria y la garantía de la felicidad de los mexicanos. Deberían leer estos arribistas la antología Educar, panacea del México independiente, de Anne Staples, de El Colegio de México (1985). Hace 35 años, en Educación y desarrollo, la ideología del Estado mexicano (1982), documenté y analicé críticamente esta ideología y su sucedánea: el economicismo.
¿Cómo justificar la elección de los economistas del CIDE para realizar una tarea pedagógica? En nuestro país existen importantes instituciones, académicamente muy sólidas, con un fecundo trabajo en el campo de la educación y específicamente en la pedagogía; entre ellas la UNAM, que cuenta con un Colegio de Pedagogía, un Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación, y otros muchos grupos académicos en institutos y facultades que trabajan desde hace décadas estos temas. El Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, el Departamento de Investigaciones Educativas tiene una experiencia de más de 40 y un trabajo reconocido en México y en el extranjero. Este departamento ha contribuido de manera significativa al mejoramiento del sistema educativo nacional. El país cuenta también con una Universidad Pedagógica Nacional, con productivas sedes en todo el territorio nacional, con la Escuela Nacional de Maestros y la Escuela Normal Superior, con una experiencia pedagógica incomparable. En varias universidades de los estados también se realiza muy valioso trabajo en ese campo.
Este es, por supuesto, un listado incompleto de las instituciones nacionales dedicadas a esa compleja tarea; imposible hacer en este espacio un mínimo recuento de las experiencias y aportaciones de todas ellas que ahora parecen ser unos invitados más a participar en “foros” en los que podrán expresar “libremente” sus opiniones ¡para que las valoren los economistas del CIDE!
Peña, Nuño y compañía han invitado reiteradamente a los maestros de la CNTE para que se sumen a esos foros y les advierten que no deben “automarginarse”. Evidentemente, no se dan cuenta de que son ellos quienes se están “automarginando” del país. México, el otro México, está en otra parte: no está en los centros académicos “de élite”, ni en la OCDE, ni en Mexicanos Primero, ni en la junta directiva del INEE.
En las líneas transcritas, Justo Sierra señala con acierto que para que el pueblo esté armado para la lucha por la vida es necesario que tenga “plena conciencia de su estado social, que es lo que para nosotros quiere decir un pueblo libre”. Pero la “reforma educativa”, impuesta por los gobiernos neoliberales de PAN y PRI, busca anular la posibilidad de que la educación sirva para desarrollar esa conciencia (de clase, podría haber dicho don Justo). Siguiendo los dictados de los organismos internacionales al servicio del capital (OCDE, Banco Mundial) y de sus sucursales en nuestro país (como el CIDE), en sus proyectos para la educación básica y media han disminuido al mínimo materias como historia, filosofía, ciencias sociales, campos del conocimiento que precisamente tienen el potencial de desarrollar esa “conciencia de su estado social”.
El absurdo que estamos padeciendo no es un asunto meramente académico. La arrogancia con la que el gobierno está actuando ha generado ya un conflicto en extremo grave. La oligarquía organizada está presionando para que se tome una medida represiva en contra de los maestros y del pueblo. Esta es la verdadera “pedagogía” que quieren aplicar; ya avanzaron en Ayotzinapa y Nochixtlán, ¿adónde quieren llegar? Habrá que dedicar otro espacio a señalar las más evidentes fallas pedagógicas de la “reforma pedagógica”, con la cual se pretende justificar tanto perjuicio.