Historia de México

sábado, 8 de diciembre de 2018

Educación y Neoliberalismo

Gerencialismo educativo, el lastre neoliberal
M
aestros responsabilizan al neoliberalismo de la tragedia educativa nacional; académicos afirman que no hay que culpar de todo al neoliberalismo; voces de derecha sentencian que el neoliberalismo es un mito y AMLO decreta el fin del periodo neoliberal. Y es que el neoliberalismo se ha puesto de nuevo en el centro del debate público, pero ahora por iniciativa del propio Presidente como pudo verse durante su primer discurso como tal.
Vale la pena decir que neoliberalismo no hace alusión a un cuerpo compacto y homogéneo de políticas económicas, ni a una monolítica escuela de pensamiento, sino a un programa intelectual (Escalante) que ha devenido conformación estructural específica en la sociedad capitalista (Carcanholo) cuyos fines radican en la apertura cada vez mayor de espacios de la vida en común a la lógica del capital y en el freno a tendencias colectivistas, con el beneplácito estatal. El programa neoliberal contempla no sólo intervenir en los circuitos de producción, distribución y consumo económicos, sino también en los procesos de gobierno y de reproducción social. En este sentido, el neoliberalismo presenta también un correlato educativo.
Éste fue concomitante a la expansión neoliberal a través de reformas educativas impulsadas por gobiernos dictatoriales de derecha y neoconservadores. Tres fueron sus momentos fundacionales, todos ellos en la década de los 80: la instauración del sistema de voucher escolar en el ocaso de la dictadura pinochetista; el informe A Nation at Risk por parte de Ronald Reagan y la promulgación de la Education Reform Act por Margaret Thatcher. Todas las experiencias presentaron como solución a los diversos problemas educativos la mercantilización y privatización educativa. En todas se encontraba el germen del pensamiento neoliberal –principalmente Milton Friedman y Friedrich Hayek– y todas contenían un profundo recelo por la posibilidad intelectual de la labor docente.
Bajo el influjo neoconservador, la OCDE publicó el documento Schools and Quality: An international Report en el cual la noción de calidad educativa se consolidaba como el sello de garantía neoliberal del proceso escolar, vinculado a la teoría del capital humano. La calidad se convirtió también en un dispositivo de control del trabajo docente, al impulsar que el proceso educativo girara en torno a su consecución sin importar sus alcances o mecanismos de evaluación, muchas veces hostiles a la diversidad cultural y pedagógica.
El proyecto neoliberal conformó así un cuerpo heterogéneo de políticas para transformar las sociedades mediante la educación. Algunas apuntaban hacia la privatización por medio del voucher, disminución del gasto educativo y liberalización del sector. Otras más, de forma más suave, se dirigieron a intervenir en las prácticas del espacio escolar y la gobernanza educativa, denominado gerencialismo educativo. Entre sus propuestas encontramos: adopción de prácticas de management en la organización de la escuela pública (autonomía escolar); fortalecimiento de políticas de control docente (rendición de cuentas); adopción de valores de mercado en la educación pública (calidad, competitividad) e inclusión de empresarios o sus personeros en espacios de deliberación de política pública (nueva gobernanza).
El gerencialismo es una ramificación del proyecto neoliberal, cuya mayor virtud es –dado su cuerpo discursivo neutral– tener la capacidad de crear consenso en la sociedad, en círculos intelectuales y en gobiernos de las más distintas formaciones políticas. Esto explica cómo, con el impulso del Banco Mundial y la OCDE, tal cuerpo de reforma educativa neoliberal se ha transmitido como un virus por todo el mundo, con diferentes formas e intensidades. El gerencialismo busca transformar las formas de trabajo docente y conformar un profesorado comprometido sólo con niveles de aprendizaje, pasando por alto las necesidades de sus estudiantes y el medio en el que se hallan. No importa qué, cómo ni para qué se aprenda. Lo importante es aprender algo medible, mejorar en PISA y hablar de educación de calidad, significará contar con escuelas eficaces, aunque estén en ruinas o asechadas por el narco.
La Reforma Educativa 2013 consolidó el gerencialismo en nuestro sistema educativo, de la mano de influyentes promotores como Mexicanos Primero, Suma por la Educación, Fundación Exeb, académicos de CIDE y Flacso y consultores internacionales. Se impulsó así el management en las escuelas con el programa Escuela al Centro; se generó un marco de control docente revestido de reconocimiento individual del mérito a través del Servicio Profesional Docente y se fomentó la intromisión de grupos de interés en la labor cotidiana de las escuelas. Todo ello respaldado por un aparato gubernamental copado por empresarios, representantes empresariales y académicos relacionados con el mundo empresarial. La penetración gerencial en la educación ha sido tal, que ya tenemos escuelas con ¡encuestas de satisfacción!, talleres de educación financiera no crítica, administradas como si fueran empresas1, un profesorado estresado y una comunidad estudiantil sofocada por su pésimo desempeño en pruebas de aprendizaje a lo largo y ancho de nuestro sistema educativo.
El gobierno de AMLO enfrenta un gran reto. El gerencialismo, y sus efectos no se extinguirán por decreto ni por aumentar el gasto público en educación o dar becas a estudiantes. El neoliberalismo no es sólo una política económica, es también una construcción cultural. Superarla requerirá transformar el espacio educativo, y para ello, es necesario dar voz a quienes lo habitan.

domingo, 25 de noviembre de 2018

CALENTAMIENTO GLOBAL



 Instrucciones: Observa y escucha los siguientes vídeos y redacta un texto narrativo, descriptivo y argumentativo. A computadora en arial 12, interlineado 1.0, media página por cada texto. Anota nombre y grupo. 

CALENTAMIENTO GLOBAL

Ganaderia Industrializada y Calentamiento Global

La ONU hace un llamamiento a favor del vegetarianismo

domingo, 26 de agosto de 2018

La guerra psíquica y la memoria histórica. La Jornada. Marcos Roitman R.

Periódico La Jornada. 28 de agosto 2018

La guerra psíquica y la memoria histórica. Marcos Roitman Rosenmann 
En estos tiempos de capitalismo digital, de la era de la información, con el big data como bandera, el grado de ignorancia se multiplica. La manipulación, la mentira y el olvido son armas en una guerra por minar la conciencia. Se trata de acabar con la memoria, esa relación que nos une con el pasado y hace del ser humano un ser social que vive y se responsabiliza con sus congéneres.
A contracorriente, negar el papel de la memoria trae consigo romper la condición humana. Si la historia se reduce a un conjunto de datos y fechas, ¿qué sentido tiene preguntar el vínculo entre la bomba atómica y la decisión de lanzarla? ¿A quién responsabilizamos? No tiene objeto recordar si dicho ejercicio no va precedido de un acto en el que el imperativo del deber ser module la conducta. Hoy, la renuncia a la memoria histórica, forma específica de memoria, la cultural, tiene enormes consecuencias para el futuro de la humanidad.
La manera de vivir el mundo que se nos propone asemeja a un ordenador en el cual se pueden instalar programas desechables, inconexos, cuya función consiste en entretener, despistar, no pensar y bloquear el acceso al disco duro. Somos adminículos de los algoritmos. Pensamos de manera lineal y rompemos el sentido no lineal de la existencia. Asistimos a la guerra psíquica de última generación, crear operadores sistémicos, sumisos a la hora de recibir y cumplir órdenes. Se controlan gustos, afectos, sentimientos, emociones, carácter. No hay anclaje. Todo forma parte de un sistema caracterizado por la inmediatez, la velocidad y la aceleración del tiempo. Reflexionar está prohibido. La nueva inquisición actúa de manera invisible. No hace falta recurrir a la violencia física, aunque no deja de hacerlo. Ahora trabaja en red. Megas de Internet, dispositivos sofisticados para no pensar. Actuar, actuar y actuar. Se vive en un presente perpetuo.
La militarización del poder conlleva trasladar el sistema militar jerárquico a las relaciones humanas cotidianas en la vida civil. Para lograrlo es obligado romper la voluntad. El ser humano es atacado en su naturaleza haciendo trizas una de sus cualidades: la capacidad de juicio crítico bajo un componente ético y moral. El ser humano se hace trizas. La vida se constituye a retales. Robots alegres, pragmáticos, emprendedores, empoderados todos, sin un gramo de conciencia colectiva. Eficaz manera de anular las responsabilidades que se derivan de los actos que cometemos.
La cibernética y la informática son las armas para lograrlo. No por su principio, sino por el control que de las tecnociencias hace el complejo militar industrial y financiero. Los servicios de inteligencia de las grandes potencias han logrado trasladar el campo de batalla. No más Waterloo, Verdún, Stalingrado. Los muertos en el cuerpo a cuerpo y bayoneta calada se convierten en víctimas de las nuevas armas estratégicas de la guerra psíquica: Google, Facebook, Amazon, Microsoft, Twitter.
Sin memoria, sin historia, sin relatos, no hay opción de conocimiento, no hay pasado. Nuestra responsabilidad consiste en traer al presente ese pasado que nos condiciona, une y hace humanos. No es posible evadir esa responsabilidad. La memoria colectiva es el resultado de un proceso, un diálogo permanente que muestra la relación biológica que nos une con nuestros antepasados y el proceso social cultural. Supone compartir filogenéticamente un tronco común. Como señalan los biólogos chilenos Francisco Varela y Humberto Maturana: Desde un punto de vista histórico, lo anterior es válido para todos los seres vivos y todas las células contemporáneas. Compartimos la misma edad ancestral. Por esto, para comprender a los seres vivos en todas sus dimensiones y con ello comprendernos a nosotros mismos, se hace necesario entender los mecanismos que hacen del ser vivo un ser histórico. Cuando dejemos de hacerlo sólo quedará vivir la muerte. Entonces nada unirá a los seres humanos.
Tomar responsabilidades ético-morales frente al pasado conlleva reconocer los errores cometidos, y al decir de Enrique Florescano: Responder por ellos y hacer las reparaciones del caso a las víctimas y a sus descendientes.
Cuando la derecha latinoamericana plantea el olvido, pretende ocultar la verdad, aquella que señala sus crímenes, genocidios y asesinatos. Por ello reniegan de la memoria y la conciencia.