La visión clásica del imperialismo, según el marxismo y su
representante del siglo XX: Vladimir Ilich Lenin.
La concepción de los marxistas de principios de siglo XX sobre
el imperialismo gira en torno a algunas pocas ideas claves, y vinculadas. En
primer lugar se identifica el imperialismo con una nueva etapa del capitalismo
que habría surgido con la irrupción del monopolio, hacia fines del siglo XIX.
Lenin plantea explícitamente que la principal característica del imperialismo
es el monopolio, que consiste en “la dominación de las asociaciones
monopolistas de grandes patronos” (Lenin, 1973, p. 451). Considera que el
capitalismo monopolista ha reemplazado al capitalismo de la libre competencia.
La competencia se ha transformado en monopolio, que es la base de la vida
económica. Esto implica que prevalece la violencia en la manipulación de
precios; la ley mercantil pierde relevancia, y las ganancias son más el
producto de “maquinaciones financieras y estafas”, y del robo, que de la ley
económica.
En segundo término la visión clásica del imperialismo sostiene
que la monopolización opera en el plano nacional. Bujarin, en particular,
destaca la “tendencia a la nacionalización de los intereses capitalistas (1971,
p. 80) y “la cartelización nacional de la industria” (ibid., p. 80) en
asociación con los Estados nacionales. La competencia se desplaza del mercado
interno al mercado mundial, y se desarrolla a través de conflictos armados
entre las potencias.
En tercer lugar prevalece la idea de que el capitalismo
monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas. Por
un lado porque la eliminación de la competencia hace desaparecer el impulso al
cambio tecnológico por parte del capital. Por otra parte porque se piensa que
el capitalismo llegó a un estadio en que la sobreproducción es estructural,
debido a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas, y no
tienen poder de consumo. Es la visión subconsumista de Hobson, aceptada por
Lenin y otros marxistas de la época. De manera que los países adelantados
ofrecen cada vez menos oportunidades de inversión. De ahí las repetidas
referencias de Lenin a la “putrefacción” y “descomposición” del sistema
capitalista. La tendencia al estancamiento en el centro explica a su vez la
exportación de capitales hacia la periferia, que pasa a ser un fenómeno
característico de la época. Las inversiones irán desde los países adelantados
hacia las colonias y zonas de influencia; no se contempla que las inversiones
entre países adelantados sean importantes, dada la falta de oportunidades
rentables.
En cuarto lugar se sostiene que el desarrollo del capitalismo ha
llevado a la fusión del capital bancario con el capital industrial, y al
dominio del primero sobre el segundo. Se trata del capital financiero. El
capital financiero es parasitario; el parasitismo del capital financiero es
otro factor que explica el estancamiento del capitalismo maduro.
En quinto lugar,
se piensa que frente al estancamiento la respuesta de los capitalismos
adelantados es la conquista de la periferia y la empresa colonial. Ésta
garantiza mercados, territorios para la exportación de capitales y fuentes de
aprovisionamiento. El impulso al
colonialismo es inevitable y creciente, los
grandes países industriales explotan a las regiones atrasadas. Se
prevé que la entrada del capital extranjero en la periferia desarrollará el
capitalismo, pero al mismo tiempo los países dominados estarán sometidos al
saqueo, el pillaje y la devastación.
Por último, se plantea que las guerras entre las potencias son
inherentes al capitalismo monopolista. El razonamiento que lleva a esta
afirmación es que el mundo ya está repartido entre las potencias y sus
monopolios. A su vez, los Estados se identifican con sus monopolios, y la
empresa colonial es decisiva para la supervivencia del capitalismo en el
centro. Por lo tanto, los países desarrollados que tengan menos posesiones
coloniales (o con menos riquezas) estarán obligados a luchar por nuevos
repartos del mundo. Así las guerras ínter-imperialistas son inevitables, y
características de la nueva era del capitalismo.
En conclusión, el marxismo de principios de siglo XX –por lo
menos el que estuvo bajo influencia de Lenin– pensó que el sistema capitalista
había entrado en una nueva era en la que habría una combinación de guerras:
guerras mundiales entre las potencias; guerras de los pueblos oprimidos contra
el imperialismo y por su liberación nacional; y guerras civiles de los
trabajadores contra el capital en los países industriales avanzados. Era la
época de “la agonía del capitalismo”. Obsérvese que en esta visión el espacio
económico mundial se construye desde la competencia de los Estados-nación,
unidos a los monopolios nacionales. Ese espacio se articula a partir del
dominio político y militar de los países adelantados sobre los atrasados
(colonias, semicolonias y zonas de influencia).