Periódico La jornada. Mayo 2020
Dinámica económica de México: la novena
José Antonio Rojas Nieto
La vida industrial se nutre de las actividades
de minería, manufactura, producción y suministro de electricidad, suministro de
agua y gas natural y, finalmente, de la importantísima –aunque hoy deprimida–
industria de la construcción.
Actualmente estas actividades
representan 30 por ciento del producto interno bruto (PIB). El comercio y los
servicios, en cambio, cubren la mitad de ese PIB, con 17 y 33 por ciento,
respectivamente. El 20 por ciento restante corresponde a transporte,
actividades agropecuarias y actividades de información.
De 1993 –uno de los años base
para la contabilidad nacional– a la fecha, la actividad industrial de mayor
crecimiento ha sido la de suministro de electricidad, agua y gas natural.
Básicamente, por un crecimiento anual muy importante de la industria eléctrica.
En 2019, por ejemplo, creció casi a 3 por ciento, a pesar de la leve pero
significativa caída del PIB. En particular, en actividades como minería y
construcción, las manufacturas textil, confección, química, metálica básica y
productos metálicos.
Respecto al nivel registrado en
1993, el índice actual de la industria eléctrica corresponde a poco más de tres
veces. Algo similar ocurre con la fabricación de equipo de transporte. No es el
caso de la minería, cuya producción ha disminuido en 45 por ciento respecto a
su nivel de 1993. Fundamentalmente, por la pérdida tan grande en extracción de
petróleo y gas natural. Sí, lamentablemente, ésta ha bajado en 30 por ciento en
comparación con su nivel de 1993. Pero casi 60 por ciento respecto a su valor
máximo registrado, por cierto, en 2004.
La manufactura, en conjunto, ha
crecido 75 por ciento en casi 30 años. Pero hay ramas que, pese a su repunte
respecto al nivel de producción registrado hace 30 años, actualmente están muy
por debajo de su índice medio anual máximo. Es el caso de la textil en su
conjunto. Integra insumos y productos textiles, confección y vestido, cuyos
niveles actuales de producción son inferiores en más de 30 por ciento a sus
valores máximos, registrados en 2000. Sorprenden también caídas importantes en
esferas manufactureras, como la metálica básica, del orden de 25 por ciento.
¿Qué sucede? En general, hay
procesos de restructuración muy profundos. Muy desiguales, por cierto. Tienen
que ver no sólo con la mayor o menor competencia internacional. También con las
transformaciones tecnológicas y con cambios similarmente profundos en los
procesos productivos y en las habilidades obreras.
En estas actividades industriales
se concentra hoy de 12 a 15 por ciento de una población económicamente activa
(PEA) que en 2019 promedió 57 millones de personas y de la cual, actualmente,
se registran oficialmente 2 millones de desempleados. Sí, cerca de 7 millones
de personas se ocupan en minería, manufactura, producción y suministro de
electricidad, suministro de agua y gas natural y en la industria de la
construcción. Su futuro es incierto.
Concluyamos con una idea difícil
de aceptar. Globalmente, las actividades industriales se han debilitado en
nuestro país. A principios de los años 80 casi llegaron a representar 40 por
ciento del PIB nacional. Hoy, como hemos visto, ha perdido 10 puntos de ese
PIB. Lamentablemente. Ya reflexionaremos un poco más sobre los efectos de este
debilitamiento industrial. Sin duda.
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